El hijo menor maestro de la espada
Volumen 1, capítulo 7 – Dragón Negro Murakan (1)
[Traductor – Caramel]
[Corrector – Exequiel]
— Texto — Diálogo
«Texto» Pensamiento
[Texto] Objeto/Habilidad
Texto SFX
[Texto] Término importante
"Texto" Término común/relevante
«Recuerdo haber oído la historia de que el Dragón Negro Murakan fue derrotado por el primer patriarca y cayó en un profundo sueño... ¿Así que estaba durmiendo aquí?»
Jin no sabía mucho sobre Murakan. Las leyendas y mitos del clan rara vez lo mencionaban.
No se preocupaban mucho por un dragón que hacía tiempo que había desaparecido en los anales de la historia. Los dragones actualmente activos eran más preocupantes y perturbadores.
El ataúd de cristal estaba relucientemente limpio, sin una sola mota de polvo en su superficie. Pero no era limpiado todos los días por una criada. La impecabilidad se debía al maná que rodeaba el ataúd.
Jin tocó el maná con una mano, e inmediatamente le recorrió un escalofrío. Mientras tragaba saliva, Jin dio otro paso adelante.
«Eso fue algo interesante de ver.»
Jin no podía aprender nada de Murakan. Si fuera un dragón despierto y activo, las cosas habrían sido diferentes. Pero Murakan era un dragón hibernando dentro de un ataúd, así que a Jin le interesaba más encontrar los tomos secretos.
«Este lugar es más grande de lo que pensaba.»
La cámara subterránea parecía más grande que la sala central del Castillo Tormentoso. Sin embargo, se sentía vacía, ya que no había decoraciones que adornaran el lugar. Jin empezó a buscar rápidamente los tomos.
Creaaak...
Empujó la puerta corrediza y localizó la biblioteca. En realidad, era demasiado patética como para llamarla biblioteca. La "Biblioteca" Secreta de los Runcandel solo contenía una estantería y unas cuantas sillas. Sin embargo, era espacio más que suficiente para albergar los tomos secretos.
Solo podía haber un número determinado de libros escritos por otros clanes marciales de todo el mundo. La biblioteca no necesitaría más estanterías.
«¡Los tomos!»
En la estantería de 1,50 metros de ancho había libros polvorientos ordenados. Estos libros habían sido escritos y utilizados por clanes marciales de todo el mundo, que trataron de protegerlos a costa de sus vidas.
Eran la esencia de los clanes marciales que solo los abanderados podían leer.
Jin calmó su tembloroso corazón y empezó a comprobar los nombres de cada uno de los libros de la estantería.
«Las técnicas de combate cuerpo a cuerpo del Clan Meyer y del Clan Typhen, las técnicas de lanza del Clan Euron y del Clan Shagal, la esgrima del Clan Attila, entre otros.... Hay demasiados.»
Jin también encontró algunos libros del Clan Kungen, el clan de espadachines que había atacado el Castillo Tormentoso hace unos 200 años. Las manos de Jin temblaban ligeramente mientras revisaba los tomos uno por uno.
Su emoción era desbordante.
En su primera vida, siempre había deseado convertirse en abanderado y venir aquí a leer los tomos secretos. Ahora que por fin estaba aquí, los recuerdos de sus penurias y su desesperación pasaron por su mente.
Por supuesto, esta vez no había bajado a la cámara subterránea como abanderado. A pesar de tener el apellido "Runcandel", no era diferente de un ladrón que se había infiltrado en la biblioteca.
Sin embargo, a Jin no le importaban esos pequeños detalles.
Utilizar cualquier método a su alcance era parte de la virtud de los Runcandel. Además, pensaba llegar oficialmente a esta cámara subterránea dentro de unos años, tras convertirse en un verdadero abanderado.
«¿Por cuál debo empezar?».
Qué problema del primer mundo. No sabía qué elegir. Jin se preguntaba si sus hermanos mayores se sentían así cuando leían en secreto libros porno cuando sus nanas no estaban. Jin río mientras ojeaba los libros que tenía delante.
No tenía mucho tiempo para permanecer aquí abajo.
Dos horas.
El tiempo libre que había obtenido con la excusa de querer rezar por el pájaro era de apenas dos horas. Después de ese tiempo, lo más probable es que Gilly viniera al patio trasero del castillo a buscarlo.
Era como si Jin tuviera en frente una montaña de comida, pero solo pudiera comer durante unos pocos minutos.
«Pero tendré otra oportunidad. Puedo volver aquí otro día si les digo que quiero rezar por el pájaro de nuevo o que quiero meditar.»
Ssst.
Sacó un libro de la estantería. El primer tomo secreto de Jin era el libro de espadas del Clan Kungen.
«El Tercer Hermano me dijo una vez que hay mucho que aprender de este tomo... Empecemos con esto.»
Había un total de 3 volúmenes de los tomos secretos del Clan Kungen. Jin también tomó los dos volúmenes restantes y se sentó en una silla.
Originalmente, los tomos secretos del clan Kungen eran más de diez. Pero cuando los Runcandel destruyeron el clan hace 200 años, la mayoría de ellos se perdieron durante el conflicto.
El Clan Runcandel los había destruido intencionadamente.
Sin embargo, los tres volúmenes que tenía en sus manos quedaron intactos. Estos tomos resumían la esencia de las mejores técnicas de la Espada Kungen.
Shh, shh.
El sonido de las páginas al pasar se aceleró. A pesar de ser un tomo secreto, las primeras páginas del volumen 1 solo hablaban de la base y los fundamentos de la esgrima, así como del comportamiento de los caballeros Kungen.
El revoloteo de las páginas se detuvo cuando Jin llegó a la mitad del libro. Su mirada se profundizó mientras su mente trataba de absorber las palabras de la página.
El libro, que solo había estado describiendo las bases, abordó de repente un tema difícil que Jin no podía comprender en absoluto.
«Ya veo... No es de extrañar que se llamen tomos secretos. No es tan fácil como pensaba.»
A pesar de estar escrito en la lengua común del continente, Jin no podía entender la mayor parte de su contenido debido a su falta de habilidad y conocimientos en el manejo de la espada.
Antes de su repentina muerte en el Reino Akin, Jin, de 28 años, había alcanzado el reino de las tres estrellas en el manejo de la espada.
No solo fue más lento en alcanzar esa etapa que la gente "ligeramente hábil" en general, sino que podría considerarse "defectuoso" en comparación con el Runcandel medio.
Sin embargo, solo había tardado medio año en alcanzar esa etapa después de su contrato con Solderet, lo que podía considerarse una hazaña increíble.
Aun así, el libro de los Kungen era demasiado difícil de entender con sus habilidades y conocimientos de 3 estrellas en el manejo de la espada.
Sea como fuere, Jin esperaba este resultado.
Sacó un cuaderno y un lápiz que había traído consigo.
Jin comenzó a copiar el contenido del tomo en su cuaderno. Era una transcripción. En unas dos horas, pudo copiar unas diez páginas del libro.
En sus días de mago, había transcrito tantos libros que las huellas de sus dedos al sostener el lápiz habían empezado a desaparecer.
10 páginas al día.
Faltaban tres años para que Jin tuviera que abandonar el Castillo Tormentoso. Si transcribía 10 páginas cada día durante esos 3 años, podría copiar fácilmente todos los libros de aquí.
«Y a medida que siga estudiándolos, empezaré a comprender poco a poco su contenido. Estoy seguro de que habrá algunos tomos que no tendré que transcribir.»
Scrt, scrt...
El sonido de un lápiz rayando el papel resonó en la silenciosa sala subterránea. Jin tardó exactamente una hora en copiar diez páginas. Luego volvió sobre sus pasos y salió de la biblioteca.
Tapó el agujero de la pared con magia de tierra y limpiado la suciedad que le rodeaba.
***
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***
Y así pasaron dos meses. Durante ese tiempo, Jin había transcrito por completo los 3 volúmenes del Clan Kungen, así como dos tomos sobre las técnicas de combate cuerpo a cuerpo del Clan Meyer.
A medida que pasaban los días, Jin se sentía cada vez con más energía y entusiasmo. Nunca antes se había sentido tan feliz de salir de la cama por las mañanas.
«¿Qué excusa debo utilizar para ir hoy allí? ¿Rezar? ¿Meditar? No... Ya las usé ayer y anteayer.»
Había un rumor en el castillo, donde los sirvientes creían que el espíritu del pájaro muerto había poseído a Jin.
Durante dos meses, Jin acudió a su tumba para rezar y meditar, por lo que su confusión era comprensible. Además, al oír este extraño rumor, los gemelos Tona empezaron a temer a Jin en mayor medida.
«¿Debería inventar una excusa... que me permita ir allí todos los días sin levantar sospechas?»
Después de reflexionar un rato, a Jin no se le ocurrió nada. ¿Cómo podría convencer a todos de que le dejaran ir a la tumba todos los días?
Por eso, Jin empezó a cambiar de idea.
«No hace falta convencerles. Si les digo que iré allí todos los días, ¿quién se atreverá a enfrentarse a mí? Este es el Castillo Tormentoso, no la residencia principal del clan.»
Los caballeros guardianes que vivían aquí ya atendían a Jin como un "verdadero Runcandel" en lugar de tratarlo como a un niño, y los sirvientes no tenían derecho a refutar sus decisiones desde el principio. Los gemelos Tona estaban aterrorizados por Jin, así que no tenía motivos para preocuparse por ellos.
El único problema era Gilly.
El papel de una nana era diferente al de un caballero o un sirviente. Eran personas que supervisaban y guiaban a los niños que tenían a su cargo.
—Nana Gilly—.
—Sí, Joven Amo—.
—Quiero ir allí de nuevo—.
—¿Otra vez...?—.
La mirada de Gilly estaba llena de preocupación.
Aaah.
Dejó escapar un profundo suspiro y le dio una palmadita a Jin en la cabeza.
—Joven Maestro. Es una pena, pero el pájaro ya ha fallecido. Ya han pasado dos meses. Tu nana está tan preocupada por ti que no puede dormir bien por la noche—.
—Ya me he olvidado del pájaro. Sinceramente, solo voy allí todos los días porque me gusta—.
—¿T-te gusta estar allí? Joven Maestro. No debes disfrutar de estar cerca de una tumba. ¡La desgracia caerá sobre ti!—.
—¿Qué tipo de desgracia?—.
—Las tumbas son el hogar de los difuntos. Nada bueno sucederá por permanecer cerca de una. Debes alejarte de esos lugares para ser bendecido con buena fortuna, Joven Maestro—.
Al parecer, las nanas del clan Runcandel también tenían tendencia a creer en supersticiones. Jin suspiraba y sacudía la cabeza en su mente.
—No, a partir de ahora me seguirán gustando las tumbas—.
—¡Joven Maestro!—.
—Nana. Piensa en ello. Soy el hijo menor del Clan Runcandel—.
Cuando Jin adoptó un tono serio, los ojos de Gilly se abrieron de par en par.
—¿Por qué hablas de repente de...?—.
—¿Cuántas tumbas crees que tendré que hacer mientras viva en este mundo como un Runcandel? A decir verdad, estos días estoy tratando de entender lo que es la “muerte”. Así que voy a esa tumba todos los días para acostumbrarme a ella—.
—Ah—.
Gilly dejó escapar un murmullo y se quedó sin palabras.
Miró fijamente a su joven maestro como si sus pensamientos se hubieran detenido repentinamente.
Su joven maestro de 7 años de edad, que nació como un "depredador" entre los Runcandels, ya se encontraba tratando de enfrentar el concepto de la suerte y el destino.
No hay necesidad de decir que todo aquello era solo un malentendido.
Jin solo estaba engañando a su nana -que era más joven que él en su primera vida- para que cumpliera sus órdenes.
Para ser sinceros, ningún niño de siete años hablaría de esos temas, aunque fuera un genio nacido en el temible Clan Runcandel.
Sin embargo, Gilly y los demás en el Castillo Tormentoso no tenían motivos para dudar de las palabras y acciones de Jin. Nadie podría imaginar que había conservado los recuerdos de su primera vida.
«Definitivamente, algo ha cambiado en el joven maestro desde que conoció al patriarca. El patriarca debe haberle dicho algo crucial.»
Gilly fijó su expresión y se inclinó.
—...En ese caso, no lo detendré. Creo que el joven maestro se convertirá algún día en un notable caballero que liderará el clan. Y habiendo escuchado tu honesta opinión, debo decir que estoy extremadamente orgullosa de ti, Joven Maestro—.
—Gracias, Gilly. Hasta que deje el Castillo de la Tormenta, pasaré 1 o 2 horas diarias en la tumba—.
—Sí, Joven Amo—.
—Y mientras esté allí, no quiero que me molesten de ninguna manera. ¿Entiendes?—.
—Informaré a los caballeros sobre eso. Por cierto, Joven Maestro—.
—¿Sí?—.
—Si tuviera que decir algo como tu nana y como adulto... no siempre es bueno pensar demasiado en esos temas a una edad temprana. Por favor, disfruta haciendo actividades divertidas de vez en cuando—.
—De acuerdo, Gilly. En ese caso... Hmm... ¡Quiero un pastel de fresas como merienda más tarde! Con mucha miel encima—.
La expresión rígida de Gilly finalmente se aflojó mientras el color volvía a su rostro.
—Cocinaré el mejor pastel de fresas del mundo. Que la pase bien—.
Jin sonrió alegremente e inmediatamente salió de la habitación.
«¡Lo logré! Ahora puedo concentrarme en la transcripción sin tener que preocuparme por nada.»
Durante los dos últimos meses, Jin siempre se ponía nervioso cuando entraba en la cámara subterránea. Si los caballeros o Gilly venían a buscarle y descubrían el agujero, el caos se apoderaría del clan.
«Como he conseguido captar el interés de padre, probablemente no me ejecutarán, aunque se enteren de esto. Pero aun así sería extremadamente problemático y desconcertante.»
Un tarareó escapó de su nariz inconscientemente. Incluso el hechizo de Resonancia de la Tierra parecía estar creando un ritmo mientras destruía el muro subterráneo que había vuelto a sellar el día anterior.
Él planeaba transcribir el último volumen de los tomos del Clan Meyer sobre técnicas de combate cuerpo a cuerpo.
¡Garabatear, garabatear!
Mientras se alegraba de que sus tres años restantes en el castillo serían tranquilos, copió el contenido de la página.
Su reencarnación era realmente una bendición para él.
«La técnica de combate cuerpo a cuerpo del Clan Meyer no parece tan difícil de entender como la esgrima del Clan Kungen. Pero este pasaje sobre la fusión del cuerpo físico con el aura... No lo entiendo. Oh, bueno, estoy seguro de que se aclarará con el tiempo.»
Pasó una hora dentro de la biblioteca subterránea.
Tras haber transcrito varias páginas sin descanso, los finos y suaves dedos de Jin palpitaban. Decidió tomarse un descanso de tres minutos.
Click...
Escuchó un ruido detrás de la puerta corrediza. Jin se levantó inmediatamente sorprendido y concentró sus sentidos.
Era el sonido del ataúd de cristal abriéndose.